Muchos hemos tenido la experiencia de vivir un amor "verdadero". Ese cosquilleo que nos mantiene sonrientes por las mañanas, pensando que tal vez hemos sido "afortunados". Sentimos un pálpito en el corazón que nos transmite seguridad ante el día a día. Todo es maravilloso hasta que vemos la verdadera realidad de golpe, ahí es donde se nos cae el mundo encima.
No somos más que un número, una fecha, una factura, para ciertas personas que vieron en nosotros un modo de vida ejemplar.
Quizás tengamos la culpa por no saber decir que no, mala suerte por toparnos con personas así o una mala imagen que sirve de comida para las múltiples trepas que abundan en nuestra demacrada sociedad.
viernes, 19 de marzo de 2010
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